miércoles, 1 de septiembre de 2010

Una imagen vale más que la ignorancia

Hoy toca petición de material en la oficina. Llegamos al apartado de los bolígrafos. El catálogo muestra dos tipologías: bolis con peana o bolis con capuchón. No hay imágenes y no sé cuál es la diferencia entre ambos. Así es que, ante la duda, le pregunto a mi compañero cuál prefiere. Él tampoco sabe qué es una “peana” y como bolígrafos con capuchón ya tenemos, pedimos de los otros, así habrá variedad.
Nos encontramos con la sorpresa el día después, fecha en que recibimos el material. Malditos bolis con peana! Voy a recordad de por vida lo que significa la palabrita… La ignorancia ha provocado que tengamos un stock de 30 en el almacén, con sus correspondientes recargas, para que así duren más.

Todo un genio

Me dispongo a hacer la siesta. Por suerte, es de los pocos placeres que no cuestan dinero. No sé por qué motivo tengo la intuición de que me llamarán, así es que apago el móvil (si tienen que localizarme por algún motivo urgente, me pueden llamar al fijo).
Me encuentro sumida en un profunda siesta cuando de repente alguien irrumpe en mi cuarto desvaneciendo de repente mis sueños. Me entrega el teléfono y, estando aún fuera de la realidad, lo alcanzo sin saber muy bien qué está pasando. “Entra en la web y mira los cascos”. Este es el sagrado mensaje que ha roto mi plácido descanso. Intento contextualizar. ¿De qué me están hablando? Ah sí, lo recuerdo. Rompí sin querer un casco de moto que me habían prestado. No tiene arreglo, así es que me corresponde comprar uno. Pero, ¿ahora es el mejor momento? ¿Mi urgente misión es conectarme en Internet para ver un casco en pantalla? Ni que fuera una experta en cascos! Ni si quiera sabré apreciar las ventajas de un casco aun teniéndolo delante! Lo mando al carajo con la mayor educación posible y le doy las gracias por haberse acordado, SÓLO ESTA VEZ, de llamarme al fijo.