sábado, 2 de abril de 2011

El apócrifo Príncipe Azul

Ésta vez la anécdota divertida, aunque podría haber acabado en tragedia, la protagoniza mi perrita Binta. Hace pocos días mi padre la llevó a pasear y regresó a casa si ella. Lo ocurrido fue que estaban en el campo y ella iba paseando libremente. Cuando mi padre la llamó para marchase, se dio cuenta que tenía toda la cara exageradamente inflada y las pupilas muy dilatadas. Obviamente, algo no iba bien, así es que decidió llevarla al veterinario. Al llegar allí los síntomas iban de mal en peor. Seguía el hinchazón facial, la dilatación de las pupilas, además estaba aturdida e incluso le fallaban las patas (perdía fuerza). Se la tuvieron que quedar hospitalizada en el centro veterinario, en observación, porque también se le estaba hinchando la lengua corriendo el riesgo, si seguía igual, de quedar ahogada con su propio músculo. Estuvo en observación durante toda una noche para ver cómo respondía a los medicamentos.

Pero ¿A qué era debido todo aquello, con tan rápida reacción? El veredicto del veterinario fue que probablemente el causante de todo era un sapo. Al ingerir o simplemente tocar una determinada especie de éste anfibio ocasiona una reacción como la descrita, especialmente nociva en perros y gatos. Por lo visto ciertos tipos de anfibios tienen como medida defensiva hacia sus posibles depredadores unas glándulas en su piel que liberan ciertas toxinas. Estas toxinas, que actúan sobre el sistema nervioso, pueden causar alucinaciones, paros cardíacos o incluso la muerte. Nos dijo que en lo que iba de semana al menos habían tenido cuatro casos similares y todos habían respondido bien al tratamiento, así es que no teníamos por qué preocuparnos. Esto ocurrió al anochecer y al día siguiente, por la mañana, ya estaba de nuevo en casa totalmente recuperada.

Que mi perra coma lo que no debe no es un hecho inusual. Todo lo que encuentra debe pasarlo por la boca e incluso ingerirlo. Pero ésta vez sostengo que no fue fruto del azar. Creo que ella, en el fondo, es una romántica y vio en el repugnante sapo su príncipe azul. Tal como cuenta la leyenda, procedió a besarlo pensando que así quedaría liberado de la maldición y recuperaría su apuesta figura. El caso es que en esta ocasión casi ocurre lo contrario: siendo ella convertida en sapo (yo no la vi con la cara deformada, pero mi padre dice que más bien parecía que iba a transformarse en anfibio). Por si a caso su dueña (yo) toma nota, así es que NADA DE BESAR SAPOS/RANAS PARA ENCONTRAR PRÍNCIPE AZUL ;-).


http://www.youtube.com/watch?v=VLJ4JNqtoTQ
Sigan el link para eschuchar la canción de Joan Manuel Serrat "La Rana y El Príncipe"

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